Esta es una historia de un adiós sin despedida. Solo se van por un tiempo, pero siempre regresan. Unos vuelven por un profundo sentido de comunidad a devolver lo que un día allí recibieron; y, otros para decir gracias por haber creído en ellos, por el respeto, la compasión y el apoyo incondicional. Ahora son ellos, pero antes fueron sus padres los que vieron desde los pupitres de la escuela chárter Carlos Rosario un futuro sonriente como horizonte.